En agosto se viene el primer show de temporada de School of Rock Uruguay y será un momento único para quienes integran esta nueva comunidad musical. Para conocer de cerca la preparación, conversamos con Julieta Domínguez, instructora de batería de los programas Performance y Rock 101, quien compartió su visión sobre el enfoque de la escuela, el rol del escenario en la formación musical y su pasión por enseñar este instrumento tan poderoso como desafiante. —¿Qué tiene de especial este primer show de temporada? Este show va a ser distinto a lo que normalmente se ve porque van a participar varios programas de la escuela, lo que lo convierte en una experiencia muy completa para alumnos de distintas edades y niveles. Va a ser hermoso ver estudiantes más chicos, otros más grandes, y también a los profes tocando en un mismo evento. Es un momento muy especial, sobre todo porque es el primer show desde la apertura de la escuela. —¿Qué tiene de especial el enfoque de School of Rock respecto a los shows? Lo que más me gusta es que el show no es una instancia final, sino el objetivo desde el día uno. Se ensaya y se estudia siempre con la mira puesta en el escenario, como pasa en la vida real del músico. Eso permite que la práctica del show se naturalice como parte del aprendizaje. Se hace varias veces al año, se vive como algo cotidiano y eso cambia por completo la relación con el escenario: lo convierte en una herramienta más de crecimiento, no en una meta lejana. Además, la dinámica de preparar shows constantemente genera una agilidad impresionante: cuanto más se toca, más fácil se vuelve comprender las estructuras, reconocer los recursos musicales y entender cómo se construye una canción desde adentro. —Sabemos que la temática del show tiene que ver con los Beatles, ¿por qué arrancan por ahí? Sí, al menos el programa de Performance va a presentar un repertorio exclusivo de los Beatles. Es un clásico de la escuela y hay una razón fuerte detrás: los Beatles son el ABC del rock. Entender cómo tocaban, especialmente desde la batería, te cambia la cabeza. Te da herramientas que después aplicás a cualquier otro género. No es solo por amor al grupo (aunque lo tenemos), sino porque es un punto de partida fundamental para formar músicos. —¿Qué sentís al enseñar batería y qué diferencia encontrás con tocarla? Hace 10 años que toco y menos de un año que enseño formalmente. Descubrí que amo las dos cosas, pero me dan retribuciones diferentes. Tocar me llena desde lo personal, pero enseñar me da algo más profundo: la posibilidad de transmitir a otros lo increíble que es este instrumento. Me pasa que muchos vienen con curiosidad y terminan igual de enamorados que yo de la batería. Es muy especial ver cómo les cambia la cara cuando empiezan a tocar y sentir que uno está sembrando esa pasión. —¿Qué valor tiene aprender batería en este formato de escuela? Para mí, la batería cobra vida cuando se toca con otros. Practicar solo sirve, claro, pero hay un momento en que todo hace clic: cuando tocás con una banda y sentís que lo que hacés impulsa la música. Esa sensación es difícil de explicar si no la vivís. Acá, desde la primera semana, los alumnos ya están tocando con otras personas, y eso les cambia por completo la experiencia. El ensamble les permite entender el rol del instrumento dentro de la música, y esa vivencia temprana es algo que realmente marca. —¿Qué sentís cuando ves a tus alumnos subirse al escenario? Una mezcla de orgullo y emoción. Porque sé que están enfrentando miedos, superando desafíos y creciendo como músicos. Y porque están viviendo desde el comienzo lo que significa ser parte de una banda, preparar un show real, y disfrutarlo como parte de su formación.